jueves, 31 de julio de 2014

Al mejor postor



En la subasta del amor, Cupido es en realidad un juez. Gritos acalorados y réplicas de hombres enfurecidos llenaban la habitación.

El enanito, con mazo en mano, no dejaba de solicitar inútilmente que se hiciera el silencio en la sala. Todos querían hablar a la vez, dar a conocer la mejor razón para comprar a la chica subastada en el centro de la estancia.

La peluca blanquecina del querubín se echó a un lado mostrando un poco de su calvicie, cuando desató en un grito su molestia:


   -   ¡BASTA!


El mutismo se regó entre los presentes sorprendidos, y unos cuantos conteniendo en labios apretados las carcajadas de aquel desbarajuste cabelludo. Al final, el juez tomó aire y recuperó el habla:


 -  Ahora que al fin se hizo el silencio, espero que cada uno pueda decir en 10 segundos la mejor razón para ganar esta subasta.


Las voces comenzaron a agolparse en susurros. El Egocéntrico tomó la batuta de la situación:


 - Exijo que se me otorgue la posibilidad de ser el primer voluntario – mientras con una mueca burlona mostraba al público su gusto de poder relucir entre todos.


Cupido, un poco resignado ante aquellos alumnos que siempre quieren resaltar en clases más que los demás, le respondió con voz cansina: “Adelante”.


El Egocéntrico, vestido en un traje impecable de alta costura, se encaminó con decoro al centro de la habitación y ladeando su cabello hacia atrás, se arrodilló a los pies de la dama.


   -  Yo soy el hombre que buscas, entre todos los demás tengo mucho más que ninguno: inteligencia, porte, estilo… hasta puedo hacer que tú seas más bella que yo, porque de hecho… estás como medio gordita.



       -   ¡BASTA! - Cupido encolerizado repudió la agresión verbal y hasta la dama mostró cara de ofendida – Señor, vaya a tomar asiento que hace más de un minuto se le acabó la charla.


El Buenmozo le siguió al Egocéntrico: 


   - Chica, tienes que dejarte llevar, romper paradigmas, no te enrolles, disfruta de la vida – y guiñándole un ojo se regresó con porte campante a su puesto.


El Observador levantando una mano anunció:


    - Yo no creo que seas para mí, pero yo tengo un amigo con el que te puedo hacer la segunda.


El Intenso le siguió a sus palabras acercándose a la chica, tomándola de la mano fuertemente, con aire de que ya era suya:

   
    -  Nadie va a quererte como yo, porque no soy igual a ninguno. No existe hombre en La Tierra que se me compare en sentimientos.


El Infiel, con voz socarrona, empujó a un lado al Intenso, haciendo que soltara a la chica y rozando la mejilla de la subastada le susurró al oído:


    -   Ey, muñeca, yo cumpliré tus fantasías, con tal de que no seas celosa ni posesiva. Pero ojo, tú solo puedes ser mía.


El Inseguro, intrigado de la conversación en susurros, comenzó a tartamudear:


         -   Por… qué… se…rá… que las mu…je…reees siempre se ena…moran de los pe…rros, si aquí esta…mos noo..soo..tros.


El Chistoso estalló en carcajadas:


     -   Cállate mojigato, que yo la voy a hacer reír hasta en las horas tristes.


El Aguafiestas lo retó:


      -   Pues claro, porque tú no sabes más que de pavonear tu humor pero esta chica lo que quiere es un hombre serio.


El Cobrador insinuó:


         -   Yo la invité a varias citas y como pago me tiene que corresponder.


El Testarudo siguió:


       -  Ella dice que no, pero yo sé que de aquí a unos años cambiará de parecer y yo le gustaré.



El Coqueto, rozándole la espalda a la chica con una mano, llamó su atención:

   
   -   Mi amor, tú lo que necesitas es cariño y pasión.


El Ricachón sacó su paca de billetes del bolsillo y la pasó delante de los ojos de la mujer:



      -  ¿A quién más que a mí necesitas para hacer realidad tus sueños?


El Confianzudo se irritó:


     -  Ella es mi amiga desde hace años y por eso me merezco comprar su atención, aunque no me quiera.


El Presumido continuó:


      - Yo alardeo sus fotos, le mando mensajes mañaneros y nocturnos ¿Díganme quién merece este reconocimiento de voluntad?


El Acosador, olfateando una prenda en sus manos, siseó:



     -   Yo conozco sus horarios, rutinas, manías... He seguido su camino por bastantes años, así que yo merezco este precioso premio.


El Pana tomó la batuta al fin, saludando con chocadas de mano a todos sus compañeros, y abriendo los brazos en el centro de la sala anunció:


         -  Chamos, ustedes saben que yo gané la subasta.


El Cobarde, caminando encorvado y escondiendo su rostro detrás de una capucha dijo:


          -  Yo la quisiera si no me aterrara su papá, sus costumbres, sus miedos y hasta su mascota.


El Sabelotodo, con aires de genio, le respingó:

    
      -  Chamo tú no, porque la explicación científica de este proyecto dice…

***

Dos horas después todos se despiertan somnolientos y bostezando de una larga siesta. Cupido sobresaltado de haberse dormido en horarios de trabajo toma el mazo y da dos fuertes golpes a la mesa, se acomoda las gafas y la peluca y dice, carraspeando:


       -    Hemos dado por ter… - (en ese momento se detiene al notar que la dama es la única que no sucumbió al sueño y permanece callada en la habitación, mirando hacia el suelo. Sus largos cabellos negros le caen como una cascada a ambos lados del rostro, llegándole a sus pies y entre ellos se pueden observar entrelazadas algunas gotas cristalinas).


      -   ¿Estás llorando? – le dice el querubín, despertando el escándalo en algunos de los hombres, que con caras de espanto la miraron fijamente.

La chica movió la cabeza negativamente y permaneció en mutismo. Algunos de los presentes comenzaron entonces a huir despavoridos diciendo: “Yo no estoy preparado para esto”, “¡qué va esto no me lo calo!”, “ya yo creía que iba a ganar”…

Entre tanto, Cupido comentó: 


    - No hay remedio muchachos, la subasta se cancela. Ya ganó el mejor postor. Tengo que admitir que con tantas décadas mi labor sólo ha sido defraudar a la sociedad. Soy una farsa pintada de rojo ¡Me jubilo!”.



      -   ¿Cómo va a ser? – dijeron al unísono los candidatos que quedaron.


El Mentira Fresca, que no pudo hablar porque el Sabelotodo le quitó el tiempo, y unas cuantas horas de sueño, pronunció con desdén:

   
    -  ¡Já!, si aquí a nadie se ha anunciado como ganador. Basta que yo diga todo lo que sé para que ninguno me lleve la contraria.


      -  No, no, no… ya hay un ganador y está ahí – Cupido señaló entonces el lugar donde estaba sentada la chica de largo cabello.



En ese momento la dama se movió levemente y de reflejo se notó que estuvo todo ese tiempo sobre un baúl hecho de oro y no sobre una silla. 

Las exclamaciones no tardaron en entreverse y el enanito manifestó con su voz de nerd: "Ven, allí está el ganador". 

Bajó del podio, donde parecía más alto que sus pocos centímetros de altura, y le indicó con una mano a la chica que se parara por un momento. Sacó de su flux una llave dorada y con delicadeza la insertó en el orificio del cofre. Un leve clic indicó a todos que había llegado el momento de conocer al postor más rico de todos, aquel que había superado los 10 segundos de tantas palabrerías y talentos. Aquel que portaba la virtud de conseguir tan valioso regalo. 

Al levantar la tapa y acabar con la incertidumbre, los ecos de sorpresa se perdieron en el aire y solo quedaron rostros vacíos e interrogantes. 

Cupido miró a la chica y entre ambos hicieron un gesto afirmativo. 


     - Sí señores - dijo el querubín - la subasta ha terminado. Porque no hay mayor riqueza que el oro del amor, y no hay mejor postor que el corazón y ante él, ni la lengua más fina ni el traje más caro, tienen cabida. Este corazón ya tiene escrito un autor con tinta indeleble, y cada uno de sus latidos grita un nombre, inconteniblemente... así ese ganador no esté presente, aún le pertenece. 



FIN 

Freya Farcheg