lunes, 5 de octubre de 2015

Siguiendo el compás



Si algo no pueden decir es que no lo intenté... Que no mantuve la esperanza hasta el final, por aquello que dicen que es lo último que se pierde.

Aunque cueste decirlo, ya no se trata de esperanza, se trata de necesidad. De renunciar a lo que más queremos, por aquello que anhelamos, aquello que es primordial.

Bien dicen que debemos aceptar los caminos de la vida... pero es inhumano aceptarlos cuando nos han sido impuestos... como un obligación, como un régimen a cumplir día y noche, solo por las ansias de poder de unos cuantos.

Millones de seres al vaivén de un compás, solo por seguir la melodía. Como una corriente sin sentido, que no llega a ningún lugar, que solo va y viene sin resultado alguno.

Si algo no pueden decir es que no se haya mantenido la fe... como una cuenta regresiva infinitesimal, como un juego de lotería en el que nunca ganas y es que ¡Hasta los deseos se han echado a dormir!

"El último en irse que apague la luz". Lees eso y tu temperatura corporal cambia en segundos de caliente a fría, es que ya el alma se ha quedado helada. Hemos desconectado la señal y permanecemos inertes, con los ojos abiertos pero dormidos de mente, simulando seguir el compás, la marcha, la melodía y hasta la odisea de jugar a la guerra... donde lo que sobran son estómagos vacíos, ilusiones perdidas, miedo, angustia, pocas palabras y muchos deseos de volver a empezar.

Imitando a la mayoría que despierta, que ha perdido la ceguera, que ha dejado de vivir de la imaginación y se ha enfrentado de frente con la realidad.

Reconocer que en esta vida el que se apega nunca abandona, solo aguanta.

Que algunos sacrificios ameritan rendición y coraje. Porque aunque la valentía tiene patas cortas, cuando quiere las tiene bien largas.

Que aunque parezca difícil renunciar a la rutina a veces se vuelve insostenible aguantarla.


¡No! No es cuestión de poca fe, o falta de esperanza... Es disculparse todos los días con esta tierra, que aún nos impregna la piel y el corazón.

Y aunque me niego a dejarla ir... en esta relación amor-odio ya no cabemos los dos. Se hace justo y necesario decir adiós... no, perdón, hasta luego.