miércoles, 12 de octubre de 2011

En las manos de DIOS

No sé por dónde empezar... cuando lo damos todo por perdido no hay opinión ni circunstancia que nos haga cambiar de pensamientos.

Deseamos tantas cosas en la vida, pero nos vemos limitados por lo desconocido, aquello que se apodera de nuestra mente.

Cada persona vive de angustias. En pequeñas o mayores proporciones, lo que nos preocupa no siempre inquieta a los demás.

Preferimos juzgar, huir, reprimir, esperar y todos los sentimientos negativos van opacando a los positivos; hasta que no queda más que un mar de angustias a nuestro alrededor.

Pero en los momentos malos, lo primero que debemos hacer es olvidarnos de que no estamos en la peor situación, porque delante de verdaderos problemas, los nuestros son tonterías.

Diariamente muchas personas mueren en un segundo, no tienen que comer, donde vivir, donde dormir y trabajar... esperan un milagro de Dios, un abrazo, consuelo, esperanza.

Ante las verdaderas tristezas somos una mínima parte que protesta y que espera cosas que tienen solución. Lo único que no la tiene es la muerte.

Por ello, lo mejor es vivir la VIDA. ¿Hay problemas? Sí los hay, pero todos se resuelven.

Todos en el mundo tenemos secretos, vicios, manías, gustos, preferencias... cada persona es única en su manera de ser. Pero cuando nos encerramos en el hecho de que nadie nos escucha, de que no podemos resolver aquello que nos mortifica, preferimos pensar que estamos solos. Aunque en este mundo nadie esté solo.

La soledad es una circunstancia que creamos en la mente para tratar de alejarnos de todo aquello que nos atormenta. Ya que en realidad, hasta en el peor de los silencios tenemos alguien que nos acompaña, y es DIOS.

DIOS sabe cómo nos sentimos en todo momento de la vida, cuáles son nuestros pensamientos, angustias y deseos.

Es increíble como muchas personas dudan de la existencia de DIOS ¿Cuál será su refugio cuándo están mal?

Dicen que no se puede creer en algo que no podemos ver. Pero la fe va más allá. Si es verdadera, se siente. Se apodera de los latidos y del corazón.
Es aquella paz que envuelve el espíritu cuando deseamos despejar el pensamiento.
Aquel mar que rompe en las olas cuando queremos escucharlo.
Aquel sonido que despierta nuestro oído cuando lo damos todo por perdido.

¿Entonces cómo se puede decir que DIOS no existe? Si desde el momento en el que estamos en el vientre de nuestra madre, que nos dio la vida, nos educó y nos refugió por tantos años, el simple hecho de vivir es un acto de DIOS. El amor que rodea los sentidos proviene del ser más supremo, el "Arquitecto del universo".

¿Es la vida un acto de reproducción solamente?

Es decir, llegamos de la nada para morir en la nada. El mundo se hizo tal cual porque existe. Nacemos como un acto de instinto. No hay nada más allá de las nubes. No hay nada más allá de la muerte. No hay una razón que defina el porqué estamos aquí en la Tierra.

Es increíble cómo se puede seguir negando la existencia de DIOS...

Pero creemos en él, cuando nuestras fuerzas no dan un paso más y no sabemos donde refugiarnos. Cuando nuestra conciencia nos dice que podemos seguir adelante. Cuando nuestros pies se cansan pero las ganas de continuar hacen moverlos una vez más.

Quienes vivimos de FE sabemos que es pasar malos momentos, en los cuales no tenemos ni un aliento que respirar. Es ahí cuando el soplo más ligero, el sonido más placentero, el aroma más dulce, el roce más sutil y las imágenes más celestiales; provienen del creador Dios Todopoderoso.
Y al cerrar los ojos una leve sonrisa se dibuja en tus labios porque sabes que está ahí, a tu lado, acompañando tus pensamientos. Conociendo tus anhelos y esperanzas.

Aunque sea fuerte la marea o la tormenta, jamás te fallará. Cada día velará por ti, para que sigas adelante.

No desistas de tus sueños, no decaigas por un error. Todos somos humanos, nadie es perfecto. Las fallas que cometemos son la enseñanza de que debemos continuar por un nuevo camino. No podemos rendirnos fácilmente ante lo que nos hace daño. No podemos decaer ante lo que tiene solución.

Busquemos una sonrisa, aún si en el final más desdichado no deja de temblar nuestro espíritu.




HUELLAS - ANÓNIMO

Este texto fue la inspiración para lo que escribí y para una escultura que hicieron en Londres hace unos meses, llamada "En las Manos de Dios". Es sumamente hermoso e interesante.

Una noche un hombre tuvo un sueño.
Soñó que caminaba a la orilla de la playa con el Señor.
Cruzando el cielo aparecían escenas de su vida.
Por cada escena, él notaba dos pares de huellas:
una que pertenecía a él, y otra al Señor.
Él notó que muchas veces en el transcurso de su vida
había sólo un par de huellas.
Notó también que esto sucedía en los más depresivos
y tristes momentos de su vida.
Esto realmente le molestó y le preguntó acerca de ello:
"Señor, tú dijiste que una vez que yo decidiera seguirte,
tú caminarías conmigo toda la senda. Pero noté que durante
los tiempos más difíciles de mi vida había sólo un par de huellas.
No entiendo por qué me abandonaste".
El Señor le contestó:
"Hijo, yo te amo y nunca te dejaré. Cuando pasaste por tiempo de sufrimiento
y viste sólo un par de huellas, entonces yo te llevé en mis brazos".

"Querer es poder"

Hablar de poder generalmente nos lleva a creer que es tener el control sobre algo. Pero por ende el poder no solamente es el acto de influir, sino también el tener la capacidad de realizar una acción.

Muchas veces sabemos o somos conscientes de lo que podemos hacer. Pero el hecho de poder hacerlo no nos da la certeza de atrevernos a cruzar esa barrera entre el acto y la meta.

Cuántas veces no nos preguntan porque dejamos que las personas a nuestro alrededor decidan por nosotros, o cuando simplemente por orgullo o miedo no tenemos el valor de hacer algo que morimos por realizar.

Quizás las ganas incesantes de un deseo en mente no son suficientes para conocer si obtendremos la victoria o perderemos en el intento. Pero "querer es poder".

Cuando quieres algo "todo el universo conspira a tu favor para ayudarte a conseguirlo", una frase del famoso escritor Paulo Coelho. Y es cierto, cuando sientes que algo forma parte de tu ser y te das cuenta que a pesar de cambiar de rumbo todo conduce poco a poco al mismo sitio, puedes determinar que de una u otra forma eso ya es parte de tu leyenda personal.

Por ello es importante ser fuertes y enfrentar el porvenir con determinación y entusiasmo. Manteniendo la frente muy en alto ante la derrota.

Una batalla puede perderse, pero no equivale a rendirnos en la guerra aún.

Llenemos el corazón de esperanza, aliento y fe. Recordando que en todo momento de nuestras vidas hay una presencia mucho más poderosa que el resto, y es saber que DIOS nos acompaña a donde vayamos.

La verdad tarde o temprano se sabe. Las personas que nos hacen daño o las acciones incorrectas, nos servirán para conocer cuál es el verdadero camino que debemos seguir.

No hay amor sin dolor, no hay felicidad sin daños. Siempre para mantener el equilibrio de la vida se debe ganar y perder.

Poco a poco debemos reconocer que no todo conocido es amigo, no toda amistad es confianza, no todo cariño es amor y no toda mentira es verdad.

Cada cosa en este mundo, por minúscula que sea tiene una finalidad y un destino.

Puede que el equilibrio de la vida no esté determinado por la suerte, pero como dice un dicho: "la suerte es de cobardes, el éxito de los victoriosos".

Si no arriesgamos algo, nunca sabremos que ganar o que perder. Y él que jamás intenta, siempre tendrá la duda de la decisión.

El ARTE de dañar


Un arte... eso es. Se pinta como una obra, que llega en el momento en el que menos lo esperas. Silencioso, meditabundo, directo.

Se cruza en el camino y al cumplir su cometido no deja rastros en su víctima, ni pistas del inicio o fin de su plan maléfico. Sólo huellas, cicatrices.

Heridas que se multiplican por el cuerpo, tal como una sombra te acompañan. Quedan marcadas para siempre en el corazón, en la mente y en el alma.

Quien hace daño nunca sabrá no hacerlo. Jamás sabrá sanar un hematoma, una cortadura, un desconsuelo. Jamás velará por un cariño y un amor sincero.

Tal como las pinturas que colorean un retrato, se esparce como finas capas en el cuerpo, se hace parte de nuestros sentidos, captura los detalles y vuelve inquebrantable la voluntad.

Destiñe los colores con su tormenta de oscuridad. Mancha sin decoro la vida, la esperanza y la fe.

Es un dolor incesante, despiadado, frío y neutro. Llena los ojos de lágrinas, gotas silenciosas que hieren.

No conocemos su destino, ni de dónde surge cuando se desplaza por el sendero de la vida y se interpone en el camino. Es como un invitado no esperado, que llega a la puerta y disfruta de los deseos. De los sentimientos más añorados que poseemos, volviéndolos suyos.

No pide razones, no da explicaciones.

Como una víbora se alimenta de los cuerpos, esparce su veneno por la sangre. Hasta agotar la voluntad. Matando de tristeza y desolación.

Aprendemos del daño y de la experiencia. Porque es más fácil perdonar que olvidar.