domingo, 1 de febrero de 2015

Derrotados... sin empuñar la espada




Una tierra de sueños nos vio nacer, próspera como ninguna, feliz. Privilegiados de tener tan cerca el mar, de mirar arriba y descifrar al instante las formas en las nubes.

De cierto eso de que nada es para siempre y hoy nos carcome el miedo. El terror nos fue inyectado en la sangre, y como un virus letal nos mantiene enfermos, como una tuberculosis nos está matando... y aún en nuestro lecho de muerte tenemos esperanza de sobrevivir. 

La luz se vuelve difusa, estamos impregnados de oscuridad, se nos adelantó el juicio final y suplicamos al cielo una respuesta que no parece llegar.

Nuestras lágrimas parecen inagotables. Gota a gota manchan nuestra alegría ¿De qué sirve vivir si somos prisioneros? ¿De qué sirve ser bueno si vivimos encerrados como si fuéramos los malos?

Hemos comenzado a creer que no hay salidas y nos hemos vuelto los mudos de esta historia, la historia que no se hizo para los sentimentales, la historia que dejó de tener un final feliz. 

Nadie sabe lo que sufre, sólo sabe que el dolor tiene una magnitud ilimitada y va tomando un espacio fijo. 

Hay gritos amargos en nuestro corazón, hay una fuerza que quiere salir pero no sabe cómo, hemos olvidado en qué lección de colegio nos dieron la clase de la valentía, porque no sabemos cómo sacarla a la luz y creemos que cada día puede posiblemente ser el último ¿Y cómo le decimos a la vida que sea nuestra heroína si la vencedora sigue siendo la muerte? 

¿Dónde está la respuesta a tanta lucha? ¿Dónde están los resultados de los sacrificios? 

Palabras van, palabras vienen. Todas buscan tener la razón. 

Nadie se siente capaz de vencer el miedo y éste sigue riéndose de la cobardía. 

Hemos vuelto a ser niños en cuerpos de adultos, asustadizos de la oscuridad, infantes esperando que los grandes asuman responsabilidades, mientras nuestro alrededor va cayendo como hileras de piezas de dominó. 

Hoy puede que la pieza que caiga sea la tuya ¿Has imaginado que puede ser tu final? ¿Y por qué no? No seríamos ni los últimos, ni mucho menos los primeros de una gran lista de derrotados... los que ya han partido, en su mayoría, no se imaginaban fuera de este mundo tan rápido. 

Sí, el miedo sigue en un espacio específico del corazón, preparó su reinado y trono en él... y mientras seguimos pensando en sacarlo sin siquiera intentarlo. 

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