Me veo en la necesidad de escribir sobre lo primero que nos
motiva a escribir… la inspiración.
¿Cómo comenzar un texto, una página en blanco cuando no tienes nada que
decir? Pocos caracteres van surcando las líneas y convierten poco a poco las
letras en palabras y luego en textos…
Escritos que salen de nuestra mente, que en muchas oportunidades dan a
conocer vivencias propias o análisis de acontecimientos que de repente se
toparon en nuestro camino.
Pocas veces podemos comenzar una hoja sin saber primero que vamos a
decir, qué queremos dar a conocer a la sociedad o qué pequeño lugar de nuestro
pensamiento nos atrevemos a revelar sin miedo.
Pero no hay algo que nos relaje más que escribir, quizás por el hecho
de que por ese momento somos libres de decir lo que queremos, sin tabú, sin
frenos, sin leyes y mucho menos sin jefes que nos reprueben por lo que estamos
haciendo…. Y no podemos permitir que nadie nos quite la potestad de tener un
estilo, un nombre propio, un calificativo que nos identifique ante el resto de
escritores que saben cómo darse a conocer.
Para cada pluma hay un nombre… y cada cual tiene su estampa en el
mundo. Así como cada voz es diferente por su canto, y cada pintor por su estampa... así cada escritor
tiene su cualidad.
Hay quienes tienden a ser francos, otros sagaces, concisos, bizarros,
románticos, dulces, bohemios, alegres, graciosos, poetas… pero todos forman parte del
universo de las palabras.
Y cada carácter, sin importar el idioma, demuestra una sabiduría
particular. Porque si algo tiene el que escribe es que siempre lo hace con un
motivo, y esa causa proviene de algún tipo de desahogo, bueno o malo.
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